EL CONFESIONARIO
Me comprometí que les contaría el encontronazo que me di con mi padre a golpes, no fue una vez, fueron dos veces una en Mazatlan, Sinaloa y otra en Nogales, Sonora, una fue a los 8 años y otra a los 12 respectivamente, pero creo que la ultima fue la mas impactante y mas directa.
Como les decía en otras confesiones mi infancia no fue fácil, mi padre había sembrado en mi, un coraje, un odio que ya me hacia daño, era una amargura que me calaba por dentro, me estaba quemando las entrañas, ya había llegado al grado de convertirse en odio que me enfermaba, y cada vez perdía el poco amor que le sentía, el poco respeto que me quedaba se estaba agotando, pero esa noche fue la gota de que derramo el baso.
Llegue de la secundaria, cansado pues trabajaba por las mañanas y de ahí me dirigía a la secundaria y llegaba tarde todos los días, así que con hambre y frio abrí la puerta de mi cuarto que daba a la calle, y sentado sobre la cama estaba mi padre después de mas de un año de no verlo, ni saber de el, mas de 365 días que se desatendió de su familia como era costumbre, no se había dado el tiempo de hablarnos, buscarnos, para saber si nos faltaba algo ni a mi, ni a mis hermanos pequeños; Allí estaba el, sentado sobre mi cama y obviamente estaba borracho, se había tomado unas botellas de cerveza viejas, tal vez caducas y calientes, y otras de licor que tenia yo en una repisa arriba de la ventana, a manera de colección, pues a esa edad no tomaba, menos con el violento ejemplo que ese hombre, que hasta ese momento le decía padre, ahora estaba embriagado.
Vi su mirada enrojecida, sus palabras torpemente querían justificar su presencia después de un año de ausencia y no quería recibir ningún reproche o reclamo, pero a mis 12 años yo ya me sentía un hombrecito, que trabajaba, estudiaba y venia por mi madre y mis hermanos, así que me sentí grande y con autoridad para decirle que no tenia justificacion, en venir a presentarse en ese estado, borracho y con actitud prepotente y reclamando ver a mi madre, que estaba en otra recamara con mi abuelita, y mis hermanos le dijeron que mi madre no lo quería ver, y cuando llegue le dije que no era manera de presentarse después de todo lo que nos había hecho, nos había corrido, nos abandono y nos dejo en Mazatlan sin un peso, era una noche de lluvia, recuerdo, nos hospedamos en su casa una amiga de mi madre, hasta que nos envió dinero mi Tio Ramon, para regresarnos a Nogales, nos regresamos a Nogales sin nada, ni siquiera ropa y buscamos estabilizarnos, y luego, como si nada hubiera pasado, llegar así, alcoholizado, y gritando exigiendo ver a mi madre, en ese mismo momento entro y lo veo sentado y gritándole a mis hermanitos, con insistencia de ver a mi madre, y mis rencores guardados, mis corajes y revitalizaron esa valentía que ahora sentía, al sentirme grande de 12 años, me hizo gritarle y decirle que lo mejor era que se fuera, que ya no lo necesitábamos, y ya no era bienvenido a nuestras vidas, el se levanto gritando y mis hermanos se asustaron y empezaron a llorar al revivir de nuevo las historias pasadas, los pleitos de antes, ahí fue donde mi hermanita se me acerco a buscar refugio y protección, ella ya estaba llorando asustada y temblando de miedo, mi padre viéndose ignorado, corrido y viendo que no tenia ya nada que hacer ahí, se puso violento y le grito a mi hermana que ya se callara, y le logro dar una patada en la colita, en ese huesito coxis que duele tanto, al ver a mi hermanita que buscaba mi protección ya no pude contener mi puño que salió disparado como un resorte sobre el rostro de ese hombre, que por naturaleza le decía padre, pero que nunca había sido, protector, proveedor, ni un padre que pudiera decirse con orgullo, ese hombre ya había muerto.
Con ese golpe quedo firmada para siempre mi renuncia de lo que quedaba de amor y respeto hacia ese hombre que había perdido a pulso lo que quedaba de esta familia, mi puño quedo sellado en su rostro que abarco su nariz y su boca y la sangre mancho su rostro, que él desparramo por toda su cara, recuerdo que se levanto mirándome sorprendido y refiriéndome con la mirada, como me había atrevido a golpearlo de esa manera solo dijo como un susurro - a tu padre ?-, salió del cuarto pateando un calentón de petróleo que después levante, con el tanque ya vacío, pues el petróleo había quedado desparramado en el piso, con algunas gotas de sangre que escurrían de su nariz, después me entere que se había tomado fotos y las había mandado a los familiares cercanos para mostrarles como su hijo lo había golpeado, de tal manera que su sangre, manchaba toda su cara.
Mis hermanos lloraban, mi madre salió preocupada al escuchar los gritos, yo no sentía culpabilidad ni remordimiento ni nada, me sentía valiente y por fin pude defender a mis hermanos de ese hombre que tanto daño nos había hecho, otras veces no tenia la fuerza, ni la valentía, creo que la valentía si, pero quedaba tendido desmallado, porque varias veces al querer parar la golpiza de mi madre, me tocaban algunos de esos golpes que me dejaban inconsciente, ahora con ese golpe, había sido suficiente para descargar toda mi frustración y mi coraje, y el de un vez y para siempre se fue de nuestras vidas, sin ninguna autoridad y después de eso ya no podía decirle padre, Ahí en esa noche murió para mi cuando tenia a penas 12 años quede huérfano de padre, aunque el murió en el 2024, fui a verlo al hospital un día antes de morir, y lo vi tan indefenso, tan susceptible, con sus ojos llenos de culpa, que dejaban escurrir una lagrima en cada ojo, que obviamente no me dieron ningún remordimiento, yo, ya lo había perdonado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario