
¨Yiyo¨ era un niño de apariencia frágil, blanco, flaco, pero muy fuerte y de ojos de color aceitunados, con una mirada vergonzosa, con su pelo enmarañado y siempre mostraba en su sonrisa unos dientes grandes, amarillos de donde venia su apodo me imagino yo que por ¨Topo Yiyo¨.
Vivía a un lado de mi casa que era una vecindad, era como todos los niños travieso, juguetón, inquieto, pero lo que le faltaba era el tiempo para desarrollar estas actividades, tenia tres hermanos y ellos le quitaba todo el tiempo libre para jugar.
Su hermanito menor de tan solo unos meses de nacido, en cambiarle los pañales que no eran desechables, lavárselos y hacerle las mamilas, su hermanita que le seguía de dos años, y el otro niño mas grandecito de 6, Yiyo solo tenia 10.
Su madre una mujer de la calle, una Puta pues para que la posicionen en el lugar que debe ir, no era una mujer, madre cualquiera, no, ella era un puta de tiempo completo, pues para sus hijos no tenia tiempo, estaba dedicada de lleno a su profesión que tanto le habia dado, 4 hijos de diferentes padres que creo que ni ella supo de cuales padres eran, estaba un poco confundida.
Yiyo se levantaba a prepararse para ir a la escuela y dejaba casi todo listo para que su hermanito de 6 años no tuviera ningún tipo de problema en su ausencia ni con su hermanito de meses, ni con la bebita de 2 años, así que dando instrucciones casi siempre yo lo esperaba en la puerta de su casa para irnos a la escuela, ya había echo el desayuno, y había dejado casi todo listo para que sus hermanitos estuvieran mas o menos bien.
La vida pintaba bien para mi, mi madre amorosa me preparaba mi desayuno, mi comida, mi padre salía a trabajar, mi casa estaba aseada cuando regresaba de la escuela, mi hermanita limpia y sonriente al llegar, parecíamos una familia feliz, pero al ver la vida de mi amiguito y vecino, no podía serlo de todo, me dolía verlo ir a la escuela con sus chanclas de plastico de baño, sus pantalones roídos en el homenaje del lunes, su mirada de pena, era una mirada de vergüenza, nunca la podré olvidar, yo hacia como que no la veía, ignoraba sus ojos que me miraban, desentendía sus vergüenzas y siempre le decía que lo admiraba por su coraje de salir adelante a pesar de todas las adversidades.
Un fin de semana recuerdo no se si sábado o domingo hace tantos años ya, que contarlos ya me cansa, yo solo recuerdo que era de su edad, cursábamos 3er año de primaria, así que en el patio que compartíamos las casa de la vecindad jugábamos pero siempre estaba haciendo algo, barriendo, lavando pañales, esa vez lavaba trastes mientras jugábamos, así que de lejos vimos que venia su madre con ese atuendo característico de los comerciantes que tienen que enseñar para vender la mercancía,
Ella vendía cuerpo, su pelo mal pintado con tinte barato, sus zapatillas altas que le hacen ver las piernas mas torneadas, su cuerpo ya muy traqueteado por tantos años en el ¨bussines¨ de la venta de carne, pero sobre todo ese maquillaje excesivo para cubrir todas las desveladas no cubrían esos ojos enrojecidos por el alcohol y los vicios que se pegan en esas cantinas de mala muerte, aun bajo los efectos del etílico llego maldiciendo a quien se le atravesara en su camino ya la conocían en la vecindad de violenta y buena para los trancazos, Yiyo nervioso conociendo perfectamente la actitud de su mama, después de tres días de no pisar su casa sabia que buscaría cualquier pretexto para darle una buena tunda, pero el tenia la casa casi impecable y había hecho arroz rojo con una latita de chíncharos, según el tenia todo bajo control, había cambiado a su hermanito y estaba en mas o menos buenas condiciones aparentemente, si no fuera por un moco embarrado en su cachete, todo lo demás estaba en su lugar, solo le faltaba lavar algunos trastos, aun así el tenia una sonrisa nerviosa pues sabia que ella buscaría cualquier pretexto para arremeter con golpes y justificar su culpabilidad con unos hijos infames y ingratos que no valoran el gran sacrificio que ella hace trabajando de sol a sol para darles un sustento digno.
Los niños felices de verla corren a sus brazos pobres e inocentes, la mirada de ella es de fría indiferencia y hartazgo además de una desvelada que se notaban en sus enrojecidos ojos que hacían juego con unos chapetes mal pintados, Yiyo se despidió con esa mirada característica de vergüenza-pena, y entro tras de ella a su pobre casita, allí el dio santo y seña de todo lo que paso en esos tres días de la ausencia de la madre, y ella sacaba unos pesos y billetes y se tiraba en la cama boca arriba mientras el le quitaba las zapatillas y las medias mientras el seguía con una retahíla de cosas y eventos que ella con los ojos cerrados preguntaba y balbuceaba, la ultima indicación que le dio fue que la despertara en dos horas.
El saco a sus hermanitos para que no la despertaran y la dejaran descansar de su trabajo tan pesado de tres dias ininterrumpidos, y termino de lavar la loza, y que su mama viera que era un digno representante de ser su hijo, un hermano ejemplar, además de hombre de negocios ya que vendía donas que el mismo cocinaba.
Puntual a los dos horas Yiyo entro a despertar a su mama para que volviera a su trabajo, ella se levanto Yiyo ya había puesto a calentarle agua para que se bañara en una olla grande, y le tenia un plato de arroz por si quería comer, además de algunas opciones de ropa para que ella escogiera, ella mal humorada, no le gustaron esas prendas y buscaba otra especifica que ella encontró sucia, en una bolsa de plástico, y fue tanta su rabia que era justo el pretexto que ella necesitaba para reclamarle a su hijo que era un pendejo, un inútil, un bueno para nada, un idiota y retrasado, porque no le había lavado el vestido verde que tanto le gusta y que quería ponerse en ese día, le dio dos certeras cachetadas además de jalarle los cabellos y darle con el palo de la escoba una buena tanda creo que fueron como 8 palazos,
En una hora después salio como siempre molesta por tener unos hijos mal agradecidos y rezongando con todos en su camino, unas vecinas estaba afuera y entre miradas se quedaron serias al pasar la mujer de la calle…. qué me ves tu pinche vieja cornuda, si vieras a tu pinche marido rogándome para que le de un beso allá en la cantina, vieja panzona¨….y nadie dijo nada, calladas se vieron entre ellas, y luego se preguntaron….¨a quien le dijo oye? ¨….Pos no se tu…Pos quien sabe? ¨……
Así se fue taconeando por el callejón, dejando oír el chasquido de su tacón pelado, donde la punta metálica de su zapatilla dejaba solo el sonido chispeante de sus pasos tristes.
Al rato salio mi amigo pintando una vez mas, su ya típica mirada vergonzosa, a sacar a sus hermanos al patio ya que su cuarto que era su casa no tenia ni ventana por donde entrara un vientesito alegre y su casa solo pintaba pobreza y soledad.
Yo queriendo ocultar su tristeza le dije que ya empezaba el Chavo del Ocho que se vinieran a mi casa que era la única en la vecindad que tenia Televisión asi que todos alrededor éramos como 7 niños se venían a ver la serie cuando no estaba mi papa porque no le gustaba que entraran a mi casa, pero mi madre si, ella siempre me apoyaba en mis juegos y mis ocurrencias, así ella también se ponía con nosotros a ver el Chavo del Ocho no comentadote nada de sus golpes que eran visibles, ni de los gritos de histeria de su mama que eran claramente escuchados en mi casa, así que ocultando el episodio anterior nos dispusimos a ver la televisión y el nunca pudo ocultar su mirada de vergüenza.
Un día que mi padre llego de uno des sus viajes de ¨fayuquero¨, esos que compran cosas en las fronteras para revenderlas en el sur, pues no se donde andaba el diablo que me trajo un Levis de esos caros originales le decían en el sur, así que para pronto me los probé, además de unas camisetas de moda ¨Op¨, y unos Converse de color verde que la verdad era un ajuar muy ¨In¨ muy a la moda pues, así que yo feliz me probé todas mis nuevo ajuar, pero después recordé a mi amigo Yiyo no tenia ni zapatos y le pregunte a mi papa que si podía regalarle mis zapatos viejitos y me dijo claro que no, esos los usas para jugar, y pobre de ti que le des algo de lo que te regalo con tanto esfuerzo….así que después de eso guarde mi nuevo cambio y no encontré un momento para usarlos sin que mi amigo no pudiera verlo, a mi me gustaba estar con el y salir vestido de moda cuando el no tenia ni zapatos viejos, era un insulto, no los use por un buen tiempo, mi padre me regaño y amenazo con quitármelos sin no los usaba.
Un día de tantos estaba Yiyo muy preocupado tenia mas de 6 días que la madre no había llegado y ya no tenia dinero para comprar leche para su hermanito, ni para comida, y pues hacer donas para vender era la solución para resolver la economía cuando la mama se perdía por tiempo indefinido, que era muy seguido por cierto, pedía fiado los ingredientes en la tienda de la esquina que se llamaba ¨Las quince Letras¨, que el en lo personal tenia muy buen crédito, la madre no, así que el era un niño muy bien visto, educado, y muy atento, nunca fue juzgado mal por nadie en el barrio por ser hijo de la majadera y prostituta de la madre, siempre Yiyo era el ejemplo de todos los niños de la Vecindad y del barrio y de la cuadra que ya corría el rumor del niño ejemplo que vendía donas, así que después de amasar, y formar los círculos sobre una sabana que el tendía sobre la cama ya que la mesa era pequeña para hacer todo el tendedero, me encantaba ayudarle y aprender de ese niño panadero, después freírlas sobre aceite hirviendo azucararlas y después echarlas en una olla tapadas con una bolsa de plástico, salíamos a venderlas por la calle, yo estaba orgulloso de ser amigo de Yiyo….. Donas, Dooooonas…..Donas….Donas.
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